jueves, 30 de agosto de 2012

Lista de acciones de terrorismo literario en la biblioteca

He aquí diez acciones que puedes hacer en tu biblioteca pública (o privada) si quieres contribuir a alguna de las numerosas causas de terrorismo literario:

—coger el Ulises de Joyce, Dialéctica de la Ilustración de Adorno, Apuntes sobre la Estética de Hegel y el último número de Science. Acercarte a la ventanilla para sacarlos y preguntarle al bibliotecario si tienen ya la autobiografía de Belén Esteban.
—Ir a la biblioteca con una regla de veinte centímetros en el bolsillo del pantalón, bien visible, que se note el bulto, y preguntarle al bibliotecario por el estante de literatura erótica.
—coger tres ejemplares de Apocalipsis de Stephen King. Acercarte al bibliotecario para sacarlos, y cuando te pregunte por qué, decir: «Qué más da, si todos los libros de Stephen King son iguales».
—buscar a un hombre que se parezca terriblemente al bibliotecario. En serio, tiene que ser una copia fidedigna. Pagarle veinte euros para que entre en la biblioteca y pregunte si tienen El hombre duplicado de Saramago.
—coger el último tomo de En busca del tiempo perdido, sentarte en cualquier banco de la biblioteca y leer las últimas tres páginas. Al acabar, gritar: “vaya pérdida de tiempo”.
—coger Lolita de Nabokov, La máquina de follar de Bukowsky y Sexus de Miller y ponerlos en el estante de literatura infantil (os recuerdo que los libros no tienen un sistema de clasificación por edades).
—preguntar al bibliotecario si tienen ya la última novela de Falete.
—que a los dos minutos de haber preguntado por la última novela de Falete, entre un amigo tuyo a preguntarle lo mismo al bibliotecario. Es fundamental poner cara de impaciencia.
—colocar un ejemplar de Cómo no escribir una novela, de Mittelmark y Newman al lado de todos los libros de Dan Brown.
—Empezar a leer todos los libros de la biblioteca por orden alfabético de autores. Primero se sacan todos los de la A, luego los de la B, y así sucesivamente. Cuando haya que sacar el primer libro de la K, saltar automáticamente a la Q. Ir al bibliotecario, darle el libro y mirarlo fijamente a los ojos. Mientras apunta los libros, decir: «¿Qué? ¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Algún problema?».

sábado, 25 de agosto de 2012

La dirección de las hebras del papel

Hoy os voy a proponer un pequeño experimento. Para ello necesitaremos

—Este blog
—Gafas graduadas si sois miopes (podéis prescindir de ellas si apretáis bien los ojos para enfocar) 
—Un par de folios A4 (procurad que sean del mismo lote)
—Un par de manos con todos los dedos (abstenganse mancos sin prótesis mecánicas)
—Mente adulta con capacidad para la metáfora

Tomaremos los folios y pasaremos a romperlos. Uno lo rasgaremos por el lado pequeño y otro por el grande. No hace falta que lo rasgemos entero, con una rotura de unos diez centímetros es más que suficiente (de hecho podríamos haber rasgado sólo uno, pero quería que se os acabaran los folios por un motivo que ya os comentaré). Como comprobaréis, por uno de los lados el papel se rasga en línea recta, pero por otro la línea de rasgado se dobla y es imposible romperlo en línea por mucho que se practique. Esto es debido a que el papel está formado por un tejido de hebras que va en un único sentido. Cuando rompemos el papel en el sentido de las hebras, el rasgado avanza entre los recovecos que dejan. Es como conducir por una autopista. De hecho si intentas doblar el corte a medida que avanzas, verás que el folio se separa en dos pliegues pero el corte sigue recto. Cuando rompemos el papel en sentido perpendicular a las hebras, el corte tiende a uno de los lados, y a medida que seguimos rasgando, el corte toma poco a poco y por arte de magia el sentido correcto.

Y por ese motivo he vuelto a escribir en el blog. He conservado únicamente las pocas reseñas de libros que había colgado, que están en la etiqueta "Comentarios acerca de lo que leo o dejo de leer". El nombre del blog también ha cambiado, y veréis que la temática de las entradas va a ser algo diferente. Todo a su tiempo.

PD: es mucho más divertido que tiréis a la basura dos folios que uno. No, no es antiecológico. Lo que es antiecológico es tomar dos folios blancos para romperlos porque estás haciendo un experimento chorra que has leído en un blog. Seguro que había folios usados que no necesitabas.