Lo cierto es que tengo abandonado {Papiroflexia}, pero no me queda más
remedio: el trabajo, el fin de curso, mis problemas, mis otras aficiones
y esa especie de contracción espacio-temporal que ocurre a medida que
te haces mayor. Recuerdo perfectamente cuando iba al colegio y me
aburría sólo de pensar en cuántos minutos quedaban para que acabara la
clase. Ahora una mañana pasa más rápidamente que cualquiera de aquellas
horas. ¿Será todo fruto de una triquiñuela relativista? ¿Me estaré
moviendo a una velocidad más próxima a la de la luz que hace veinte
años?
En cualquier caso, también tengo que
confesaros que desde hace unos meses no escribo relatos porque me he
vuelto a centrar en textos más largos. De hecho he acelerado el proceso
creativo para dejarlos más o menos finiquitados, pero nunca tengo tiempo
de acercarme a la oficina de la propiedad intelectual y registrarlos,
paso que a mí me parece imprescindible antes de enviar suplicatorias a
editoriales. Por supuesto sé que no me editarán en vida. Puede que mis
textos no sean lo suficientemente buenos, o que yo no tenga un nombre lo
suficientemente famoso, o que la coyuntura socioeconómica no sea lo
suficientemente apropiada para la edición novel. En resumen, cuestión de
suficiencias. No veré mi nombre en la solapa de un libro nunca. Y antes
de que me tilden de negativo, me gustaría defenderme y decir que ser
escéptico no me impide trabajar con el objetivo de que algún día me
publiquen, aunque sepa que no vaya a ocurrir.
Así que a modo de
catálogo, os dejo una lista de mis obras sin nombre, para que comprobéis
que no llevo precisamente una vida ociosa:
—Una novela que critica
la crisis y el capitalismo desde un punto de vista sociológico y
psicológico, cuya primera versión terminé hace ya cuatro años. Antes de
los desahucios, del malestar, de la pobreza y de todo esto. Comenzó
siendo futurista y ahora mismo es presentista. Por supuesto si ve la
luz, nadie me creerá, salvo unos pocos que ya la han leído (o que
leyeron una versión muy antigua, tanto, que ya no queda ni un sólo
párrafo). Está totalmente terminada y lista para entregar a un editor.
—Una
novela moralista que trata sobre las relaciones humanas con un
argumento escandaloso. Prácticamente terminada. Sólo queda repensar
alguna parte y una mínima revisión del final. Lo que viene siendo
aburrirme de ella definitivamente y enterrar mis inseguridades.
—Una
novela con una mujer por protagonista, por fin, lo que supone un reto.
Primer borrador al 75%. Así que le puede quedar como a Ortega Cano, de 1
a 4 años.
—Una novela no demasiado extensa, antiguamente llamada
Álbum de fotos, que necesita una reescritura para conseguir un estilo
más acorde a lo que hago ahora (¡¡qué mal escrito, por favor!!). Gracias
a Dios que se me ocurrió retirarla de la web. No sé cuánto tiempo le
dedicaré, ni si al final la descartaré. Pero ahí está.
—No me olvido
de El resucitado, que ya leísteis algunos, ni de que aún no he escrito
el final de Mapa de Berlín, ni tampoco de otro relato por terminar que
tengo pendiente y que podría colgar aquí.
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