lunes, 24 de septiembre de 2012

Experimento literario (II)

Pues ahora sí que sí, aquí va el origen de cada párrafo y las conclusiones del estudio después de escuchar todos vuestros argumentos:


Los párrafos

B es un párrafo de El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón. No sé deciros la página porque yo he conseguido la edición digital (EPUB), y ya sabéis que no se pueden numerar porque es un formato variable que depende el lector, la fuente, el tamaño de la letra... Lo que sí os puedo decir es que está en el primer capítulo, y que si buscáis la primera frase en Google seguramente acabéis encontrando el fragmento que Planeta colgó hace unos cuatro años para promocionar la novela.

Tengo que hacer aquí una mención especial a Jose Ángel Gallardo Guiterrez, que ha sido el único que ha acertado de dónde lo había tomado ; ).

Los otros dos párrafos son reelaboraciones mías:

En A intenté escribir con el estilo (o casi mejor, tono) en el que a mí me gusta escribir. Es esta prosa fluida y neutra que resulta muy ágil, y no por ello menos poética. El trabajo se centra en destruir cualquier atisbo de rima interna, en ser ordenado y en pensar “¿Cómo podría redactar esto de forma más sencilla?”. En cualquier caso, este párrafo creo que suena (importante palabra) más contemporáneo que el de Zafón, por los motivos que volveré a explicar abajo y que ya más o menos perfilé en la entrada anterior.

En C pensé claramente en algún personaje de Los detectives salvajes de Bolaño, por supuesto en uno con pocas luces, porque omití cualquier referencia poética y me centré sólo en los localismos y en el narrador-protagonista que es entrevistado, y que recuerda algunos hechos extraños o conflictivos con mucha distancia, casi como si fueran divertidos. Por supuesto copié el tono de una manera muy superficial, y acepto la crítica de que parece una caricatura. Ni que decir tiene que si hay un texto de los tres que es realista, debe ser este.

¿Y por qué he elegido este texto de Zafón? Pues primero porque Zafón es un autor que ha vendido millones de libros en todo el mundo, y La sombra del viento, su primera novela, se ha convertido en 11 años en el libro español más leído (contando sólo desde que se editó, claro). También porque a pesar de este éxito de público, un buen sector de la crítica independiente (y recalco aquí lo de independiente; nunca te fíes de una reseña de alguien que cobra de un trust editorial) se sorprendía no ya del número de ventas, sino de que el libro hubiera sido editado: presentaba un buen número de errores de novato que no se podrían pulir contratando a un corrector, sino que estaban incrustados en el propio estilo narrativo.

Aquí una crítica más o menos nuetra a Zafón
Aquí una destructiva (se titula “El cuesco del viento”)
Y aquí se comenta precisamente este párrafo de El juego del ángel

No voy a posicionarme aquí a favor de los detractores ni de los fans de Zafón. Por ejemplo, creo que la crítica del último enlace, donde se comenta el párrafo del experimento, es excesiva. Es cierto que considero ese párrafo revisable, pero como dicen en algún comentario de ese blog, también puede que sea el párrafo, digámoslo así, menos bueno de toda la novela. Leí un poco el principio, y aunque encontré incorrecciones o elementos que no me gustaban, el libro como narración, funciona, y no está escrito tan mal como a veces leo a algunos críticos. Ni es extraordinario ni esa basura que otros comentan. Eso sí, quizás el problema sea que las novelas (y el estilo de Zafón) pretenden algo que no consiguen. De eso hablaremos después.

¿Y cuál era entonces el objetivo del experimento?

Como dije en la entrada anterior, no tenía una idea muy definida al principio, pero pensé que si un pardillo literario como yo reescribía ese párrafo dedicándole no demasiado tiempo, conseguiría mejores resultados. No lo hice para vanagloriarme de “ya ves, escribo mejor que un bestseller”, puesto que sería absurdo, sino para comprobar que:

a) reescribiendo ligeramente el estilo a una prosa más fluida, actual y menos “rimbombante”, es decir, arreglando todos los fallos que le achacan los críticos al estilo de Zafón, la recepción del público crecería. Esto ha quedado demostrado (ya sabéis, cutre-demostrado, porque no pretendo que esto tenga una validez científica), puesto que el 87,5 % de vosotros prefirió el primer texto, que era el que había confeccionado para que ganara.

b) en ausencia de autoritas (argumento de autoridad, es decir, saber que algo es de alguien famoso y reconocido por su trabajo), el texto se lee sin prejuicios, y uno elige más libremente de acuerdo a sus convicciones. ¿Los resultados habrían sido los mismos si supierais de antemano que el párrafo B era de un escritor famosísimo y que vende millones de ejemplares? De manera que el factor “autor” tiene peso en nuestras decisiones. Para que esto quede completamente comprobado (cutre-comprobado de nuevo), habría que realizar una segunda prueba con otros participantes. Podríais probar a copiar los tres párrafos en vuestro muro y repetir el experimento con vuestros amigos dando los nombres de los autores al lado de cada párrafo. Sería interesante la comparativa de porcentajes de voto.

¿Y qué conclusiones sacamos de todo esto?

Aquí llegamos al apartado más difícil, puesto que encontramos numerosas contradicciones.

Contradicción número uno: Si Zafón ha vendido millones de ejemplares, ¿por qué yo no he vendido ninguno si he recibido más votos? (espero que no haga falta decir que esto va en broma).

Contradicción número dos (esta sí va en serio): si casi todo el mundo estuvo de acuerdo en que el párrafo era mejorable, ¿por qué ha publicado Zafón? Quien haya intentado meterse en el tortuoso mundo de escribir e intentar publicar sabe perfectamente que cualquier pequeño fallo en la prosa hace que el editor te rechace el manuscrito alegando que no sabes escribir. Las editoriales reciben miles de manuscritos y el primer filtro que realizan es el de la corrección estilística. ¿Es Zafón la excepción a la regla? ¿Se apiadó el editor con esas faltillas que se comentan en los links de arriba, con un estilo revisable y poco moderno y le dio una oportunidad a una de las obras que tenía en la montaña de papel de su escritorio? Al parecer esto no fue así. Zafón presentó La sombra del viento al Premio Fernando Lara, que no ganó. A Terenci Moix, que estaba en el jurado, le gustó mucho la novela, la votó para que quedara finalista y luego insistió a Planeta para que la publicara. ¿Y por qué tenía tanta ansia Moix de que se publicara esta novela con una prosa discutible y con fallos garrafales de ambientación (se comentan arriba en los enlaces)? Yo qué sé. Supongo que pensaría que los fallos quedaban compensados por el argumento y que se podrían revisar. ¿Y por qué no se revisaron? Yo qué sé, preguntad a Planeta… Una vez que consigues publicar, si encima vendes millones de ejemplares, es normal que no tengas problemas para que te editen otra vez.

Contradicción número tres: ¿Por qué a la gente no le choca un estilo narrativo con tintes arcaicos, rimas internas y con prosodia del Siglo de Oro en una novela que no pretende ser de esa época exactamente? Porque lo que está claro es que la gente se ha leído los libros de Zafón. Nadie los compra para guardarlos en la vitrina (espero). Yo lo achaco a un fenómeno que denomino “descronificación cultural”. Es lo que ocurre en el arte, la música y en menor medida, todo hay que decirlo, en la literatura. Es por lo que nos parece siempre más agradable ver un retrato de cualquier tipo (realista, impresionista, cubista, expresionista) en nuestro salón, que una instalación moderna, o una pintura que se sale del lienzo y tiene elementos extraños, es decir, el arte contemporáneo. O por lo que preferimos una música de corte tonal (modal, lo que sea, con relaciones jerárquicas de intervalos) a una no tonal. Y esto se debe a que en la escuela no nos enseñan el mundo comenzando por nuestro siglo, sino desde atrás. En el bachillerato me obligaron a leer las obras cumbres de la literatura española hasta 1950 (La colmena fue lo último que leí). Se hacía especial hincapié, con razón, en los siglos XVI y XVII. En el conservatorio ocurre lo mismo, y se programa más Bach para el piano (lo pongo de ejemplo porque Bach nunca escribió para ese instrumento) que Stockhausen. Así que uno acaba sus estudios de secundaria y resulta que puede ser un erudito del pasado, pero un auténtico analfabeto del presente. Como digo, en literatura esto ocurre menos, pero me he encontrado ya con muchas personas que dicen que las novelas contemporáneas no la consideran literatura, que no hay poesía, o que no les gustan porque no se sienten identificados con ese estilo. Y no es casualidad que los errores más comunes de los escritores primerizos sean imitar (o más bien, hacer un colage de) todos los estilos históricos, de manera que usan aliteraciones (el verde prado) constantemente, buscan rimas internas, palabras muy sonoras (las que tienen -nt- por ejemplo) o expresiones descatalogadas (por mi tátara-tátara-abuelo) como por doquier. De esta manera es posible que el público acepte sin más este estilo que intenta (no sé si consciente o inconscientemente) ser barroco y arcaico, que le parezca verosímil ese narrador para hechos que transcurren en la primera mitad del XX y no exija una prosa hemingwayana y más desnuda.

¿Entonces escribe mal Zafón?

Está claro que con un parrafito será difícil determinar algo tan complicado y subjetivo. Lo que está claro es que Zafón busca una especie de estilo barroquizante. Hay un autor del que os hablaré en una reseña que ya tengo escrita, Felipe Benítez Reyes, que es un maestro escribiendo estructuras complejas. Os pongo una pequeña muestra:

«Y es que a veces el Destino se parece a un agente turístico que se la tuviera jurada al mundo y que, valiéndose de la red informática, se dedicara a enviar a Beirut a los ancianos que soñaban con los laberintos adriáticos de Venecia —muchos de ellos cargados de pastillas para no marearse en las góndolas— o a desviar al Caribe a los boy-scouts que, en compañía de sus pederastas, anhelaban visitar el Vaticano para oír al Papa decir misa —a un kilómetro aproximado de distancia teosófica— en su esperanto entre disléxico, beatífico y babélico.»

La diferencia radical entre el estilo formalmente complicado de Zafón y el mismo de Benítez Reyes es que en toda la novela de la que está sacado este fragmento (El novio del mundo), no hay un periodo de más de dos frases sin una genialidad literaria, una metáfora divertida, o un juego de palabras. Por supuesto hay otras diferencias, como los juegos de prosodia y rima interna (en este caso no muy llamativos), que están basados más en la poesía contemporánea que en la “histórica”. Prestad atención también a que el párrafo está escrito de corrido en una sola frase, y que en ningún momento se hace pesado o complicado. Quizás Zafón pensó en un contenedor muy refinado para un contenido un poco parco. Digamos que, desde mi punto de vista personal, Zafón intenta usar una pluma de oro para hacer la declaración de la renta.

¿Y de este experimento se desprende la verdad absoluta que nos guiará hacia la salvación, oh divino redentor literario?

No. Esto son mis opiniones. Y ha sido muy constructivo ver cómo varios participantes han etiquetado igual dos párrafos diferentes usando para ello los mismos argumentos. Había quien decía que el párrafo de Zafón es más acertado porque el lenguaje es menos violento, y quien decía que es más desacertado precisamente por su violencia. Tampoco ha habido consenso unánime en cuál es poético y cuál no. En cualquier caso, en el análisis de la entrada anterior vimos que el texto de Zafón casi imitaba al de un poema, pero no añadía recursos poéticos, y que yo escribí el otro pensando en todo lo contrario: una prosa neutra que añadía símiles y metáforas. Así que algo de poesía deben tener los dos. La preferencia por alguno de ellos ya es cuestión de gustos.

2 comentarios:

Lorenzo Garrido dijo...

Muy interesante, de verdad, este experimento. Sin embargo, me parece imposible, por no decir trucado. Quiero decir que partes de una situación falsa: de un texto ya escrito (que forma parte de una novela) elaboras dos versiones, las desprendes de un contexto, el antes y el después, y las lanzas al ruedo, compitiendo de igual a igual. Pero no compiten de igual a igual, porque de los tres textos solo uno forma parte de un mayor, una novela. Esto desvirtúa la competición, la trunca. Otra cosa es haber seleccionado tres fragmentos de tres novelas ya escritas. Entonces sí que podríamos afirmar que compiten en igualdad de condiciones.

En cuanto a la crítica a Zajón, no he leído todavía nada suyo, solo en francés algunos capítulos de su primera novela. Me parece exagerado, e injusto, echar por tierra todo un libro basándose en un solo fragmento, una cuantas líneas a fin de cuentas. Es como si desecháramos una cena porque en el aperitivo nos hemos encontrado un cacahuete rancio. No es justo. Hay que juzgar el estilo de acuerdo con el libro entero, no con sus partes, menos aún a partir de un único y breve fragmento. Eso es desvirtuar la obra del autor. Además, cualquier estilo literario no cobra su sentido hasta que no lo juzgamos de acuerdo con la obra en su conjunto, en su totalidad.

Claudio dijo...

Te agradezco la crítica. La verdad es que pensé bien lo de si el hecho de que los fragmentos estuvieran descontextualizados podría adulterar el estudio; dejaba claro a los participantes que votaran de acuerdo al que les gustara más y no hice ninguna mención a que eludieran otras consideraciones. Pero por otro lado, si lees los comentarios que me dejaron en la página de Facebook del blog (por alguna razón, nadie comentó aquí, a pesar de que los comentarios están habilitados para todo el mundo) la mayoría se decantaba por el primero sólo por el estilo, no por consideraciones formales, o de incompletud. De hecho, casi todos reconocían que Zafón aportaba más información en su párrafo, a pesar de no haberlo votado. Aún así, como digo, acepto la crítica y pienso también que un párrafo pensado por separado es diferente a uno extraído de un todo.

Pero eso no quita que yo no le haya dedicado al párrafo tanto tiempo como pudiera parecer, de hecho ha sido menos de lo que suelo dedicarle a cada párrafo de mis novelas, y entiendo que Zafón le ha (o le debió) dedicar el mismo o más que yo a este que puse de ejemplo. Además, se supone que es un párrafo bastante importante por la manera en la que lo trata, por lo que ocurre en él y por lo que parece que significa para la novela y para el protagonista principal (admito que no la he leído entera, pero sí el fragmento de donde he extraído el párrafo). Incluso estaba en la muestra que la editorial colgó en internet para promocionarlo, así que tampoco creo en la hipóstesis que sea el peor del libro (aunque la comentara arriba como posibilidad). La editorial no va a promocionar lo peor de la novela…

En cuanto al estilo de Zafón, como ya digo, es cuestión de gustos. Ya dejo claro que a mí personalmente no me gusta. Prefiero una prosa más moderna. Pero independientemente del gusto, le voy a dar la razón a los críticos: sus libros están llenos de fallos. Hice la prueba de abrir al azar una página de "La sombra del viento" (mi madre tiene un ejemplar en casa) y los fallos son numerosos. Este párrafo aquí no es una excepción. Por supuesto no todas sus novelas son así, pero hay una buena cantidad de pasajes llenas de fallos que se podrían corregir.

Como digo, admito la crítica, y la añado a la lista de "cutreces por la que este estudio no es del todo científico".

Y sobre todo, gracias por comentar!