jueves, 24 de octubre de 2013

A propósito del largo periodo de silencio

Quizás os preguntéis por qué hace ya tanto que no publico nada en Papiroflexia. Algunos seguro que pensáis que es porque me he tenido que mudar y me he tirado un par de meses sin internet y pendiente del nuevo curso, que entre tantas reuniones y preparación de clases apenas tengo tiempo para escribir. Pero esto es sólo un factor que podríamos llamar agravante.
La realidad es que hace poco menos de un mes Blogger cambió su política de uso del servicio, y las condiciones especifican que todo lo que yo cuelgue desde mi cuenta de google seguirá siendo de mi propiedad, pero que Google podrá usarlo, distribuirlo y sacar tajada de la manera que más le convenga. Por supuesto, entiendo que no se podría aplicar retroactivamente porque vulneraría todas las leyes del espacio Europeo (y varias internacionales), así que no temo por los derechos de distribución de lo que ya hay publicado. Pero por otra parte no quiero arriesgarme a colgar material nuevo, no al menos de ficción. Papiroflexia fue un ejercicio de creatividad arriesgado. No os imagináis el esfuerzo que supone montar un relato por muy corto que sea todas las semanas, que sea original, divertido, que esté bien escrito (o dicho de otro modo, que pase el filtro de la autocrítica), que encima no tenga tiempo para revisarlo y deba tener una versión más o menos defnitiva casi desde el principio. Ahora miro atrás y me pregunto de dónde saqué el tiempo para hacerlo, porque a parte de trabajar el año pasado (algo que me ocupaba prácticamente tres cuartas partes del día), aprovechaba cualquier momento para tocar, ir a la academia de inglés, leer (unos 50 libros entre julio y julio sólo de ocio), revisar una novela y terminar el borrador de otra. A esto hay que añadir que vivía entre dos casas, moviéndome constantemente, lo que suponía una pérdida de tiempo extra. Aún así conseguí una serie de relatos decentes, de casi el tamaño de una novela media. Después de revisarlos y montarlos en formato libro, aprecio ese esfuerzo y creo que fue necesario para crecer como persona, pero no sé si me merecería la pena seguir este año: el trabajo me absorbe más porque el centro está bajo la supervisión permanente de la inspección, que nos pide documentación a veces incluso por triplicado (horarios en Séneca en fecha temprana, horarios en Miconservatorio en fecha temprana y además los horarios en una tabla de excel, por ejemplo); debería estudiar para conseguir el B2 de inglés, y al no haber academias que abran por la mañana en Úbeda no tengo más remedio que estudiar por mi cuenta, lo que hará que necesite más tiempo; a todo esto hay que sumar que probablemente haya oposiciones a conservatorio y el cuerpo de fundamentos de composición siempre es foco de jugosas ofertas de empleo público porque más de la mitad de los efectivos somos interinos. Por otra parte, me gustaría escribir mi cuarta novela (de las tres publicables que he logrado terminar en estos cuatro años, porque hay otras cuatro que se han ido a la basura), de la que ya tengo algunas ideas y situaciones iniciales. Son demasiadas cosas las que quiero de este año y puede que no haya tiempo en él para Papiroflexia. Quizás suene a excusa, o quizás a cierre, pero me parece que ahora mismo no tengo fuerzas para seguir. El blog seguirá activo y se podrán leer todas las entradas, y probablemente publique algunas noticias o inquietudes, pero nada de narrativa. Nada de más relatos porque Papiroflexia terminó su ciclo. Es un producto acabado y no necesita continuaciones de baja calidad que la empobrezcan.

No hay comentarios: