Como todos sabéis, estoy ahora inmerso en un proceso llamado “ver una serie de siete temporadas en menos de un mes”. Esta vez me he enganchado a Los Soprano, una de las mejores series televisivas de toda la historia. Tiene una gran calidad y eso se nota. Cuando vuelves a ver cualquier otra serie de las que emiten habitualmente en España se produce un fenómeno parecido a cuando vas en coche por la autopista y reduces la velocidad para entrar en un casco urbano: todo se ve lento, torpe y tedioso. Excepto las primeras diez temporadas de Los Simpsons y alguna otra, las demás series se convierten en un insulto a la inteligencia de los espectadores. Así que aquí cuelgo una lista de esos errores sangrantes que, aún eliminándolos, no harían a la serie mejor, pero sí menos dolorosa:
—Comentarios entre colegas de profesión que explican con metáforas sencillas procedimientos técnicos, como si ellos no se lo supieran de memoria. «Claro Joe, es que una hemoliosis supina es como la puerta perfecta para el Síndrome de Luthor: las células del tumor se fragmentan y pasan a todo el organismo», le dice el médico especialista al cirujano que va a operar.
—Animaciones en flash de esas en las que uno invierte millones de horas que se hacen durante una investigación urgentísima en la que alguien va a morir en poco tiempo. Que sí, que queda muy bonita la bala con las marcas y la comparación con la otra bala saliendo del arma con el humo de la pólvora y todo, pero ¿no es mejor que dediquen sus esfuerzos a la investigación? ¿Tan poca imaginación tienen los demás investigadores que otro tiene que perder toda la tarde para hacer un flash que sirva de presentación mientras lo explica?
—Para hombres heterosexuales: al ver una peli o una serie cualquiera, pregúntate lo siguiente: ¿Hay alguna actriz con la que no te acostarías? Ahora sal a la calle. ¿Ves la diferencia? ¿Crees que eso es realista? ¿Por qué el realismo se cuida tanto en los demás aspectos y esto se pasa por alto? ¿Agentes de policía que son top model? Vamos, por favor… La misma pregunta se puede hacer para las mujeres heterosexuales: ¿Hay alguna actriz con la que no te acostarías?
—Software que hace pitiditos para demostrar que está funcionando. Le dan a un botón para buscar una calle en el Google Maps y suena Piiii-pi-ri-ri... ri-ri-ri-ri-pi. Pi. ¿En tu casa suena? Porque en la mía no. Tampoco suena el Photoshop, ni el Word, ni ningún otro software. De hecho, si sonara cada vez que le doy a enter para que aplique un proceso, consideraría que es un programa poco profesional.
—Música con timbre percusivo que suena en los momentos cómicos: marimbas, pizzicatos, guitarras, etc. Os diré la verdad, todo esto empezó con Mujeres desesperadas. Es una copia de su música. En esa serie la usaban porque en aquella época los samples de sonido orquestal no eran muy realistas, y los que parecían menos artificiales eran los que —hablando técnicamente— tenían un ataque rápido y una caída instantánea, es decir, los percusivos. Así que si quieres música de orquesta pero los samples no te gustan, contrata una orquesta o pon otra música.
—Mezclar todos los estereotipos orientales sin diferenciar su procedencia. Ya sabéis: hindús con acento armenio que escuchan música de Emiratos Árabes en el coche. También vale con la típica corte de un Duque vestida de Luis XVI que usa revólveres y escucha música de Monteverdi. El ejemplo más claro lo tenemos en el último anuncio de la Mutua Madrileña. Aparece un montón de gente practicando (una parodia de) Tai-Chi en un tejado mientras suena un Sitar. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver el Tai-Chi con la India? ¿No era mejor que sonara un instrumento chino? O puestos a confundirse, uno japonés al menos…
—Personajes con empleos de mierda que viven en una mansión o en un loft en el centro. A mí no me engaña nadie: uno de los protas de Friends debía estar forrado en silencio, porque esos dos apartamentos en New York no se pagan solos.
—Y por último pero no por ello menos importante: niños lógica y emocionalmente adultos capaces de analizar un discurso moral con una verborrea propia de un Catedrático de Filosofía que se enfrentan verbalmente a sus padres y les hacen ver lo estúpidos que son, pero que luego no aprueban un puto examen de matemáticas porque tiene quebrados.
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