Lista de observaciones de por qué no soy friki

El otro día estuve escuchando un acalorado debate en la radio (ofrecido por dos escritores de novelas de zombies) sobre qué era ser friki. Ellos defendían que en mayor o menor medida todo el mundo es friki, y que por ejemplo, se puede ser un friki de la música clásica, que hay frikis de la ópera que se saben de memoria todos los recitales que ha dado Plácido Domingo y que adoptan una actitud crítica con respecto a tal o cual interpretación. Pero yo no estoy del todo de acuerdo con ellos. Al menos no en el sentido que proponen. Hay mucha gente que piensa que yo soy friki, y en general creo que es porque siempre se asocia el friki al empollón, y casi todo el mundo piensa que lo soy (de forma infundada).

Recuerdo que cuando iba al instituto, un par de compañeros me “tomaron prestado” el cuaderno de los ejercicios sin mi permiso para copiar las respuestas de la clase de lengua. Lo divertido del tema es que yo no había hecho deberes ese día. Ellos dieron por supuesto que como yo tenía pinta de empollón, me pasaba el día haciendo ejercicios y deberes en mi casa a la luz de los fluorescentes. Nada más lejos de la realidad. Así que cuando el profesor les preguntó, ellos respondieron algo que no tenía ni pies ni cabeza. Con cualquier mínimo atisbo de inteligencia se habrían dado cuenta de que ni siquiera el tema de la respuesta era el mismo que el de la pregunta. Por supuesto ni me pidieron perdón ni explicaciones, porque claro, no iban a acercarse amenazadoramente a mí con sus puños en alto a decirme: “cabrón, tienes que hacer los deberes porque somos tan retrasados que en el futuro no sabremos si te estamos robando los de hoy o los de otro día”. Sirva esta lista de por qué yo no soy friki como venganza para esos dos compañeros:

—Si alguien dice que soy un friki de la música, le diré que no, que la música es mi profesión. No sé de música porque sea un melómano empedernido, sino porque me dedico a ello. En la definición de friki del RAE queda bastante claro: "persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición”. AFICIÓN. Nadie dice que un albañil es un friki de los ladrillos.

—Me gusta la música clásica, pero cuando voy a un concierto de la sinfónica no voy disfrazado de Beethoven, ni tengo pósters de Mahler en mi cuarto. Tampoco me visto de Wotan cuando voy a una ópera de Wagner. Por otra parte, si alguien sugiere que en el fondo no estoy exento de rituales de transformación previos al concierto, le diré que tampoco me arreglo de forma especial. Yo voy siempre vestido de la misma manera, vaya al trabajo, a una cafetería o a un teatro.

—No me gustan los comics. De niño intenté leer algunos, tanto en su vertiente americana (X-men) como manga (Dragon Ball), pero no conseguí que me gustaran.

—No he leído El señor de los anillos. Y por la larga lista de libros por leer que tengo apuntada creo que no lo haré. Tampoco suelo leer libros de fantasía épica.

—Me gusta la ciencia ficción, pero sólo las películas con no demasiada tendencia frikoide: 2001, Blade Runner, Alien, Gattaca, 12 monos… Star Wars la vi de adolescente, y ahora me parecen un despropósito, la verdad, y Star Trek no me atrae nada. Las últimas novelas de ciencia ficción que he leído son 1984, de G. Orwell y Un mundo felix, de A. Huxley.

—Creo que las dos mejores películas de Christopher Nolan son Memento y El prestigio (ninguna de Batman, ya veis).

—No soy fan de ninguna serie de fantasía. Como mucho me gusta Juego de Tronos, pero no por el trasfondo fantástico. De hecho yo lo habría eliminado. Habría quedado un producto de mayor calidad sin dragones, caminantes blancos ni magia. Por otra parte, me gustan mucho Los Soprano, Mad Men, The Wire, pero no me compro la tapa del retrete edición coleccionista, ni llaveros, ni camisetas, ni mucho menos, muñequitos. Me quedo con los directores, los guionistas, los actores y las temporadas porque tiendo a recordar y catalogar ese tipo de datos. Por algo doy clase de análisis musical.

—No me gustan las historias de zombies, ni de vampiritos, ni de magos.

—No uso videojuegos. Los dejé cuando comencé mis estudios superiores, y creo que hice bien, porque ahora hay toda una presión de la industria para que creamos que los videojuegos son algún tipo de cultura equiparable a la música, la literatura y el cine, pero lo cierto es que es una pérdida de tiempo, y que los guiones de los juegos tienen la profundidad artística de una zapatilla usada. Cuando quiero divertirme con algo interactivo toco una sonata de Beethoven.

—No juego a rol. Podría decir que no he jugado nunca, pero no sería exacto. He jugado dos veces. Una con mi hermano cuando tenía quince años, y fue un poco de pega, y otra este año con unos amigos. La experiencia, aunque no me pareció mala, no me enganchó. Además, mi personaje quedó inutilizado después de realizar un sortilegio durante la partida (igual que el de otros, porque al parecer metimos la pata hasta el fondo). Creo que todavía debe estar en coma.

—Llevo gafas porque soy miope, y no me pongo lentillas porque tengo los ojos hipersensibles al roce. Además son de un bonito color azul oscuro y no quiero que nadie piense que son de pega. Ejem.

—Nunca he llevado aparato dental.

—No me gusta el ejercicio físico, pero creo que a cualquier persona con dos dedos de frente la pasa lo mismo.

—Mi incapacidad total para ligar no tiene que ver con mi afición a nada.

—Mi interés por la informática se debe a que siento curiosidad por todo. TODO. Mis amigos me llaman tanto para que les explique cómo funciona un programa como para que les aconseje sobre derecho laboral.